Ordóñez, Sergio (2001): La industria electrónica en México en el nuevo entorno internacional. Comercio Exterior, 51 (9). pp. 795-806. ISSN 0185-0601
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Resumen
En el debate académico y político actual en torno al crecimiento de la economía estadounidense se ha acuñado la noción de la "nueva economía" para referirse a las nuevas industrias de alta tecnología y su incidencia en la dinámica y el crecimiento económicos. Si bien se trata de una noción vaga que no se ha estudiado de manera sistemática desde un punto de vista teórico, se refiere a un fenómeno de gran trascendencia, el cual pone en tela de juicio varios de los principios teóricos de las corrientes económicas predominantes, al tiempo que contradice diversas previsiones sobre el comportamiento económico de agentes privados e instituciones oficiales. En efecto, la expansión económica estadounidense tiene características sin precedente: es el ciclo de crecimiento más largo desde la segunda posguerra, con tasas de crecimiento de casi 4% en los últimos tres años; se desarrolla un superávit fiscal, baja inflación y situación de cuasi pleno empleo. Lo anterior muestra la existencia de una nueva dinámica económica estructural, cuyo fundamento es la revolución tecnológica basada en la información y la electrónica y su incidencia en el cambio de la forma de producción y circulación del producto social, en el surgimiento de nuevas ramas productivas, productos y servicios, así como en las formas del consumo social, lo que permitiría hablar de una nueva fase de desarrollo del capitalismo. De acuerdo con esa hipótesis básica el despliegue de la revolución tecnológica se traduciría en la formación de un nuevo ciclo industrial, en el que las industrias y los servicios productores de tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) tenderían a convertirse en las nuevas ramas dinámicas e integradoras de la actividad económica, a diferencia del capitalismo fordista-keynesiano, en que la industria del automóvil constituía la actividad integradora del complejo industrial formado por las ramas de maquinaria, acero, químicas, del petróleo y eléctrica, que constituían la base del crecimiento. De las industrias y servicios productores de TIC la industria electrónica es una elemento básico, pues en términos generales puede considerarse como el conjunto de ramas que proporcionan los componentes del hardware de la industria de la computación, los equipos de comunicaciones y los artículos electrónicos de consumo generalizado. El nuevo ciclo industrial implica un cambio en el patrón de competencia, puesto que ésta ya no la controlan las empresas productoras del producto final, como sucedía en el fordismo (las empresas ensambladoras de automóviles), sino que se extiende a toda la cadena de valor. Consiste en la búsqueda de las empresas por imponer su conocimiento, traducido en estándar tecnológico, en cada uno de los eslabonamientos de la cadena de valor. Lo anterior está estrechamente ligado al surgimiento de una nueva división del trabajo interindustrial, que se manifiesta en la tendencia a la proveeduría externa (outsourcing) de las empresas, lo cual ha dado como resultado la formación de empresas de OEM y ODM; ello les permite buscar la valorización del conocimiento a base de separar el desarrollo de procesos o productos y la manufactura, lo que resulta en una reducción radical de los requerimientos de capital y de know how necesario para desarrollar la producción en gran escala y formular estrategias para los grandes mercados. La búsqueda de valorización del conocimiento y la imposición de estándares tecnológicos a lo largo de la cadena de valor, las posibilidades tecnoeconómicas de la industria electrónica de fraccionar y deslocalizar espacialmente los múltiples eslabonamientos productivos que la caracterizan y la gran heterogeneidad del sector en materia de tecnología y calificación del trabajo de sus eslabonamientos productivos determinan que el nuevo ciclo industrial presenta la tendencia a una división internacional del trabajo cada vez más fina y la formación de redes productivas internacionales. Lo anterior "abre" nuevos eslabonamientos de la cadena de valor a los países en desarrollo que están en posibilidades de proporcionar los procesos manufactureros y de servicios objeto de proveeduría externa o de relocalización internacional. Asimismo, estos países pueden acceder a nuevos mercados externos y a su vez subcontratar parte de los procesos manufactureros en empresas localizadas en terceros países, con el consiguiente desarrollo de la red productiva internacional. Los elementos examinados sugieren que hay un nuevo marco teórico-histórico que justifica el estudio de la inserción internacional de la industria electrónica de México en la perspectiva de su integración en el nuevo ciclo industrial y de sus posibilidades de participar en la formación de elabonamientos productivos más intensivos en valor agregado y conocimiento que redunden en una incorporación internacional más favorable.
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